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27 mayo, 2025

Hierbas, arbustos, árboles

 

¡Hola a todos y todas! ¿Cómo están? Hoy les traemos un post cargado de verde. La idea es conocer un poco más la naturaleza que nos rodea y así poder cuidarla y valorarla mejor. Si alguna vez se detuvieron a observar con calma un parque, una plaza, un jardín o un monte, habrán notado que las plantas que nos rodean son muy diferentes entre sí. Algunas son pequeñas y suaves, otras medianas y frondosas, y otras imponentes y antiguas, con troncos gruesos y copas que se elevan hacia el cielo. Este asombroso mundo vegetal se puede clasificar en distintos grupos, y uno de los más simples –y más útiles para entender la naturaleza que nos rodea– es el que divide a las plantas en hierbas, arbustos y árboles.

Estas tres grandes categorías no solo nos ayudan a reconocer y nombrar lo que vemos, sino que también nos enseñan cómo viven y se relacionan las plantas con su entorno.

Las hierbas son, por lo general, las plantas más discretas del mundo vegetal. Tienen tallos blandos y verdes, que no desarrollan madera, y muchas veces pasan desapercibidas por su tamaño. No por eso son menos importantes. De hecho, forman parte de la base de la alimentación de muchos animales —y también de los humanos— y suelen ser las primeras en cubrir un terreno baldío y son quienes cubren una cancha de fútbol.




Entre las hierbas uruguayas más populares podemos mencionar la carqueja, con sus ramas delgadas y su amargor característico, o la marcela, tan buscada en Semana Santa para hacer infusiones, estipas, asclepias, y forman parte esencial del ecosistema de pastizal.


También otras hierbas que no son autóctonas, son muy cultivadas en nuestro territorio como la alfalfa o el trébol, que alfombran los campos y praderas del país, alimentan al ganado.

También se cultivan  otras que no son tan pequeñas, por ejemplo, el trigo o el maíz aunque este último puede llegar a crecer hasta dos metros. Muchas hierbas tienen ciclos de vida breves: nacen, crecen, florecen y mueren en una sola estación del año. Otras son más persistentes, y sobreviven varios años, aunque sin desarrollar estructuras leñosas. Las podemos encontrar en huertas, macetas, márgenes de caminos o incluso entre las grietas de la calle.

Los arbustos son como un punto medio entre las hierbas y los árboles. No son tan altos como estos últimos, pero tienen una estructura leñosa. Una de sus características más llamativas es que tienen varios tallos que salen directamente desde la base, en vez de tener un tronco único como los árboles. Suelen crecer entre uno y tres o cuatro metros.

En Uruguay, el paisaje está salpicado de arbustos nativos como la chirca (del género Baccharis), que crece en campos abiertos y también en bordes de caminos, y que muchas veces es confundida con un pequeño árbol. 


También encontramos el guayabo del país, oque da unos frutos redondeados de sabor dulce y perfume inconfundible. Aunque sus hojas son duras y perennes, el arbusto no alcanza gran altura. 

Los arbustos cumplen un rol ecológico muy importante: ofrecen refugio a aves, insectos y pequeños mamíferos, protegen el suelo de la erosión, y en muchos casos, anuncian el paso de un ecosistema a otro, como cuando vamos de la pradera al monte nativo.

Los árboles son los grandes protagonistas de muchos paisajes. Con troncos gruesos, ramas altas y raíces profundas, se elevan por encima del resto de la vegetación. Algunos pueden vivir mucho más de cien años. En Uruguay, aunque no tenemos selvas densas, sí contamos con montes nativos llenos de historia y variedad.




El más famoso es sin dudas el ceibo (Erythrina crista-galli), cuyas flores rojas en forma de cresta de gallo inspiraron canciones y poemas. Además es nuestra flora nacional, las podemos observar con fuerza en primavera pero floraciones menores ocurren hasta los meses de abril y mayo.

En las zonas serranas y junto a los arroyos también podemos encontrar al tala (Celtis tala), que aunque no es muy alto, tiene un tronco fuerte y corteza rugosa, y al espinillo (Acacia caven), cuya floración amarilla es un regalo para la vista. Y otros gigantes en diferentes rincones de nuestro país como los Ibirapitá, Francisco Álvarez y Guaviyú entre tantos otros.





Los árboles no solo brindan sombra, belleza y madera. También absorben dióxido de carbono, regulan el clima local y albergan biodiversidad. Algunos de ellos, como el timbó, son solitarios y monumentales; otros, como los eucaliptos, álamos o los pinos, han sido introducidos por el ser humano con fines comerciales, cambiando en parte el equilibrio de los ecosistemas.

¿Por qué importa saber éstas diferencias?

Comprender cómo se organizan las plantas nos ayuda a cuidar mejor la naturaleza. Si sabemos qué tipo de planta tenemos delante, podemos entender qué necesita para crecer, cuánto vive, qué papel juega en el ecosistema y cómo se relaciona con otras formas de vida. Además, podemos empezar a observar con más atención los espacios verdes que visitamos: un jardín escolar, una plaza, el campo en un paseo familiar o una reserva natural.

Deseamos que luego de leer este post, puedas mirar el paisaje con nuevos lentes, que aporten a conocer mejor los ecosistemas urbanos y naturales que nos rodean.

 

 

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