Hoy les venimos a hablar sobre un tema un poco diferente pero muy interesante aunque a priori no parezca íntimamente relacionado con la naturaleza, el paisaje, sus componentes.
El mes pasado trabajamos con varios grupos de niños que habían concurrido al Museo de Arte Precolombino e Indígena de la ciudad de Montevideo (MAPI), y estaban entusiasmados con seguir trabajando sobre este tema. A raíz de eso nos propusimos generar alguna actividad que pudiéramos hacer en la Chacra y surgió una idea que guió la actividad: imaginemos que somos indígenas viviendo en la Chacra. Esto nos llevó a hacernos muchas preguntas, ¿qué ropa usaríamos?, ¿qué comeríamos?, ¿dónde viviríamos?, etc., etc. A continuación, les traemos algo de la información que encontramos, junto con algunas anécdotas de la actividad.
Antes de comenzar es importante aclarar que cuando nos referimos a población indígena en nuestro país usamos el término pueblos originarios. Esto se debe a que en Uruguay existían varias comunidades indígenas provenientes de diferentes etnias: charrúas, minuanes, bohanes, guenoas, yaros, chanaes y guaraníes. Con el término pueblos originarios se agrupan todos ellos, aunque, por ser los más conocidos nos centraremos en los charrúas.
¿Dónde
viviríamos?
Al salir del salón la primera pregunta que nos hicimos fue hacia dónde ir, dónde deberíamos instalarnos. Observando nuestro entorno, los niños apuntaron rápidamente hacia el río que se veía a lo lejos, el río Santa Lucía.
Vista del río Santa Lucía desde la Chacra |
Como la distancia no nos permitía llegar hasta allí, nos preguntamos si habría otro lugar en la Chacra que pudiera ser similar y la respuesta salió enseguida, debíamos dirigirnos al tajamar. Nuestra reflexión era correcta ya que los estudios sobre los charrúas indican que construían sus viviendas cerca de ríos y arroyos. De esta manera se aseguraban acceso a agua potable, así como una mayor fuente de alimentos.
Tajamar de la Chacra. Foto del año 2018 |
También es importante destacar que los charrúas, al igual que el resto de las comunidades indígenas de Uruguay eran nómadas. ¿Qué significa esto? Que se desplazaban por el territorio a medida que las condiciones ambientales cambiaban. Por ejemplo un año como el 2023 el tajamar luce desprovisto de agua. Seguramente este evento los habría hecho trasladarse buscando agua por diversos cursos de agua.
Tajamar de la Chacra en el 2023, practicamente sin agua |
Por ejemplo, si la comida comenzaba a disminuir o si entraban en conflicto con otro grupo indígena se desplazaban hacia otra zona. Además, la cercanía a cursos de agua les permitía utilizar el único transporte que tenían antes de la llegada de los colonizadores, la canoa. Al pensar sobre cómo construirla nos dimos cuenta de que no todas las maderas son iguales, algunas son más pesadas y otras más livianas. ¿Cuáles creen que serán más adecuadas? Sin duda con la práctica, los charrúas determinaron cuáles eran mejor para fabricar sus canoas. Si pensamos en los árboles autóctonos el ceibo podía proporcionar una madera adecuada por su baja densidad y por ende su flotabilidad. Por ser un árbol de porte mediano quizás otras eran las maderas más requeridas para su construcción.
Troncos de árboles de ceibo sin vegetación por estar en invierno |
A continuación se muestra una canoa del siglo XVII y un dibujo del siglo XVI que muestra cómo se construían las canoas, exhibido en el Museo de Arte Precolombino e Indígena de Montevideo, Uruguay.
Nuevamente
debíamos observar nuestro entorno para pensar qué podríamos usar para
resguardarnos durante la noche. Nos dimos cuenta de que estábamos rodeados de
árboles con lo cual podríamos usar la madera para colocar postes en el suelo y
así tener la base para nuestra vivienda. Era importante que la estructura no
fuera demasiado compleja de construir, ya que, como mencionamos, las charrúas
nunca permanecían demasiado tiempo en un mismo lugar. Luego de colocados los
postes utilizaban esteras de juncos o totoras, que servían para protegerlos del
viento, la lluvia y el frío. También hay estudios arqueológicos realizados por la
arqueóloga e investigadora Laura Beovides y su equipo del Centro Regional de
Investigación Arqueológica y Territorial (CIRAT) de San José, que demuestran el
uso de hojas de palmeras Pindó para la construcción.
Juncales en la ribera del río Santa Lucía |
Ejemplares de palmera pindó |
Detalle de hojas de palmera pindó |
Luego de la introducción del ganado, los charrúas pudieron acceder a un material que, si bien ya conocían, no había en cantidades suficientes como para usarlos en las viviendas. Los cueros vacunos y equinos podían ahora ser usados para recubrir estas estructuras y armar rústicas tolderías desmontables. Al lado de estas viviendas hacían el fuego, no se sabe con qué método, que serviría para calentarse, así como cocinar los alimentos. También hervían el agua en toscas vasijas de barro y utilizaban porongos para beber y tomar mate.
Imagen extraída de Uruguay educa, ANEP. http://uruguayeduca.anep. |
¿Qué comeríamos?
Ante esta pregunta los niños rápidamente respondieron peces, ya que fue una de las razones por la que nos acercamos al agua. Además, la cercanía al agua proporciona un ambiente adecuado para que otros animales aparezcan: cangrejos, aves,. También cazaban venados, ñandú, yaguareté, pumas, zorros, apereá y mulitas.
Apereá |
Cangrejo, foto tomada en el río Santa Lucía |
Zorro, imagen tomada en el departamento de San José. Hemos visto en la Chacra pero nunca los hemos fotografíado, porque los hemos observado de noche. |
Zorzal |
La siguiente pregunta sería cómo los cazaríamos y en este punto surgieron herramientas como arcos y flechas, lanzas, boleadoras, así como espadas y cuchillos. En lo que respecta a las últimas dos, debemos recordar que los charrúas no conocían el metal, por lo que no tenían acceso a estas herramientas (al menos hasta la llegada de los colonizadores). Por esta razón, utilizaban las flechas o lanzas con puntas de piedra tallada, que guardaban en un carcaj (bolsa en forma de tuvo hecha de cuero) en la espalda, las boleadoras de dos o tres ramales y las piedras lanzadas con la honda.
Imagen extraída de: https://mapi.uy/virtual/boleadora/
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Huevos de zorzal |
Hongos |
Fruto de pitanga |
Frutos de arazá |
¿Qué vestimenta usaríamos?
En lo que respecta a la vestimenta la
respuesta también estaría dada por nuestro entorno. Los niños sugirieron que
podríamos usar las pieles de los animales que cazábamos, también se sugirió
usar plumas y hojas como protección. Si bien estas dos últimas podían llegar a
verse tenían un propósito más bien decorativo, mientras que el cuero sí servía
como una excelente protección contra el frío. ¿Y en el verano también usarían
pieles? Según
la descripción de los colonizadores se los encontraban desnudos en el verano,
mientras que en los tiempos fríos se vestían con una especie de poncho que
armaban con pieles de animales silvestres, principalmente de venados, prenda
que fue llamada Quillapì o Kiyapí, voz que en guaraní significa cuero de
nutria. Estos mantos de pieles
eran cosidos con tientos (tira delgada de cuero sin curtir).
En
este punto las sugerencias fueron variadas, aunque se nos hizo difícil pensar
en cómo divertirnos en un mundo tan diferente al nuestro. La danza sonó como
una opción y parece ser que sí hubo registro de algunas actividades parecidas,
unida sobre todo a rituales previos al combate. Al pensar en danza algunos
niños pensaron en música y al parecer los charrúas también elaboraron algunos
instrumentos musicales, a veces usados para la acción guerrera. Utilizaban
bocinas conformadas por cañas u hojas arrolladas, especie de tambor construidos sin membrana, es decir, simples troncos huecos.
Parece que también utilizaban la imitación como diversión, simulando, por
ejemplo, combates con otras tribus.
¿Cómo se organizaban socialmente?
Los
charrúas formaban bandas integradas por unas pocas familias cada una y el matrimonio se basaba en la poliginia,
esto es, la unión de un hombre con varias mujeres. También podían coexistir
casos de monogamia o incluso uniones esporádicas. En cuanto a la organización
del trabajo los datos que tenemos vienen sobre todo de las descripciones de los
colonizadores. A los europeos les sorprendió el trabajo duro de las mujeres y
la holganza de los hombres. Integrantes de una comunidad patriarcalista y
machista, los varones sostenían el peso de la guerra y se dedicaban a la caza,
cuando no al juego, mientras las mujeres, los niños y los ancianos realizan el
resto de las tareas, fundamentales para la subsistencia: la recolección de
alimentos, el transporte de las pertenencias, el curtido y cosido de las
pieles, la fabricación y el manejo de las viviendas, el tallado y el pulido de
las armas de piedra y la preparación de la comida diaria.
Esta fue una actividad muy enriquecedora, tanto para los niños como para los adultos que acompañamos y guiamos. La experiencia de simular ser algo diferente a lo que somos, vivir en un mundo distinto al que conocemos, nos permite reflexionar sobre muchos aspectos de nuestra vida y buscar respuestas ingeniosas para resolver problemas. Esperamos que esta entrada les permita conocer un poco más sobre el mundo de los charrúas y los escuchamos por cualquier consulta o comentarios que enriquezcan este artículo.
Bibliografía
Vidart,
Daniel. El mundo de los charrúas. Ediciones Banda de la Oriental.
Montevideo, 2010.
Klein,
Fernando. El destino de los indígenas del Uruguay. Nómadas. Critical
Journal of Social and Juridical Sciences, vol. 15, núm. 1, 2007
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