La cantidad de lluvia y la frecuencia de las mismas beneficiarán o dañarán las siembras y cosechas y el desarrollo normal de la vida silvestre de vegetales y animales. Muchos agricultores pierden dinero con los cultivos invernales por excesos de lluvias y pierden con los del verano, por falta de agua. También sucede a veces (como en este año), que las pérdidas en cultivos de verano son causadas por lluvias copiosas al momento de la cosecha (que ocurre en otoño).
Uruguay tiene un régimen de lluvias isohídrico, o sea que por lo general - y con variantes anuales- llueve lo mismo todos los meses. Lo que explica el exceso en invierno y el déficit en verano tiene relación con la evaporación de cada estación; además de las diferencias de lluvias en algunos años particulares.
Mucha gente en la ciudad dirá que los productores se quejan si llueve, tanto como si no llueve. Y tienen razón. Así es vivir con un margen que depende de algo no controlable como es el estado del tiempo y, en general, el clima. La frecuencia e intensidad de las lluvias es un factor decisivo en el ambiente físico y para los seres vivientes.
La falta extrema de lluvias provoca sequías que impiden la vida vegetal y animal, dejan vacíos los depósitos naturales de agua como lagunas y arroyos, y los almacenamientos construidos artificialmente como tajamares, tanques australianos, pozos, aljibes. La sequía afecta el suelo convirtiéndolo en material no apto para cultivar plantas y criar animales. El exceso de lluvias provoca inundaciones, deteriora la capa superficial del suelo, arrasa los cultivos, impide el pastoreo y afecta seriamente la vida de las personas, sus viviendas y su estado sanitario.
En la naturaleza existe un circuito del agua, también llamado ciclo hidrológico. El agua que transpiran las plantas, los animales y las personas, el agua contenida en el suelo y en los cursos naturales, se evapora. Pequeñísimas partículas se elevan flotando como si desaparecieran en el aire, así se secan los charcos y la ropa tendida en las cuerdas. Cuando ese aire húmedo se enfría, el agua se condensa formándose nubes. Cuantas más gotitas se unan, más grandes y oscuras se harán las nubes; las gotitas se juntan en tal cantidad que finalmente precipitan en forma de lluvia. El agua de lluvia se concentra en el suelo, en los ríos, el mar y de nuevo comienza a evaporarse por acción del sol.
Una parte del agua llovida se infiltra en el suelo. Las raíces de las hierbas, los arbustos y los árboles la absorben. El agua infiltrada no absorbida, penetra en las capas profundas del suelo y se acumula en las rocas porosas, o forma napas parecidas a ríos subterráneos y a veces surge de las rocas en forma de manantiales naturales.
En cualquier estación del año puede ocurrir una tormenta. Es un fenómeno meteorológico caracterizado por la presencia de rayos, sus efectos sonoros en la atmósfera terrestre llamados truenos y la emisión de luz llamada relámpagos. Las tormentas suelen estar acompañadas de vientos fuertes, lluvias copiosas y a veces granizo, o manifestarse sin ninguna precipitación. Los rayos son poderosas descargas naturales de electricidad.




Durante el otoño el suelo de la Chacra aparece cubierto de una fina capa de agua como si hubiera lloviznado durante la noche. Los niños caminan por los senderos empastados protegidos con botas de lluvia que se empapan hasta la mitad o en su totalidad. Es el rocío, fenómeno físico meteorológico en el que la humedad del aire se condensa en forma de gotas por la disminución brusca de la temperatura o el contacto con superficies frías.
Se habla de rocío en general cuando se trata de condensación sobre una superficie, usualmente la cubierta vegetal del suelo (o un auto, camioneta o tractor estacionado a la intemperie) Si la temperatura del suelo fuera menor a 0º C o el punto de congelación del agua, entonces en lugar de rocío se forma escarcha. La escarcha, contrariamente al rocío, puede dañar las plantas e incluso ocasionarles la muerte.
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