¡Hola
a todos! ¿Cómo están? Hoy vamos a estar hablando sobre el movimiento en los
animales y nos pareció interesante comenzar con una frase de la novela Una ciudad flotante de Julio Verne: “El
movimiento es la vida”. Interesante, ¿no? En este post vamos a charlar un poco
sobre eso: cómo se mueven los animales, por qué lo hacemos y qué nos dice ese
movimiento sobre la vida misma.
La locomoción animal trata de cómo los animales se mueven de un lugar a otro. Algunos animales se mueven por sí mismos, como cuando corren, nadan, saltan o vuelan.
Los animales se mueven por varias razones: buscar comida, encontrar
pareja, hallar un buen lugar donde vivir o escapar de depredadores. En Uruguay,
por ejemplo, un carpincho puede nadar para refugiarse de un puma, o un ñandú
corre a toda velocidad por el campo abierto para evitar un cazador.
Con
el tiempo, la naturaleza seleccionó los movimientos más efectivos para cada
especie. Así, los animales que viajan grandes distancias, como las aves
migratorias que cruzan por nuestras costas, aprendieron a gastar poquísima
energía en vuelo. En cambio, otros necesitan moverse rápido aunque cueste más
esfuerzo, como las liebres cuando huyen de un zorro.
Los
“órganos locomotores” son las partes del cuerpo que sirven para moverse: patas,
alas, aletas, colas, brazos o incluso pelitos diminutos.
Moverse en distintos lugares
Los
animales se desplazan en cuatro tipos principales de entornos:
● Agua: moverse en o sobre el agua.
● Tierra: moverse en el suelo, o incluso en los
árboles (esto se llama arbóreo).
● Subterráneo: algunos animales viven y se mueven bajo la superficie.
● Aire: para los animales que vuelan.
Nadar bajo el aguaEn el agua, los animales pueden flotar si su cuerpo es más liviano que el agua, lo que les ayuda a no hundirse sin gastar tanta energía. Pero moverse hacia adelante cuesta más, porque el agua frena mucho más que el aire. Por eso, la forma del cuerpo es muy importante para nadar bien. Muchos animales acuáticos tienen un cuerpo alargado y liso, parecido a un torpedo, que les permite moverse rápido y atrapar comida o huir.
La
mayoría de los peces nadan moviendo su cuerpo de lado a lado. Esto crea un
movimiento ondulante que termina en la gran aleta caudal, empujándolos hacia
adelante. Para movimientos más lentos, los peces suelen usar sus aletas
pectorales (las delanteras).
Moverse en el aire
Vuelo activo
El
mayor desafío para los animales que vuelan es vencer la gravedad. Como ningún
animal es más liviano que el aire, necesitan generar una fuerza que los
levante: la sustentación. Lo hacen con las alas, que al moverse crean un empuje
hacia arriba.
Para
poder volar, los animales deben ser livianos, tener cuerpos aerodinámicos (con
forma que corta bien el aire) y músculos fuertes. Las aves más grandes que
pueden volar hoy pesan alrededor de 20 kilos.
El vuelo no apareció una sola vez, sino al menos cuatro: primero en los insectos (hace 400 millones de años), después en los pterosaurios (220 millones), más tarde en las aves (160 millones) y finalmente en los murciélagos (60 millones).
Moverse en la tierra
En
tierra, los animales se desplazan de muchas formas: caminar, correr, saltar,
brincar, arrastrarse o reptar. Aquí la fricción (el roce con el suelo) es muy
importante porque evita que se deslicen, pero la flotación no tiene ningún
papel, como sí pasa en el agua. Para moverse en este ambiente necesitan huesos
y músculos fuertes que los sostengan. Cada paso requiere energía, aunque los
tendones funcionan como “resortes” que guardan y liberan parte de esa energía
para ayudar al movimiento. Además, el equilibrio es fundamental: sin él, el
animal caería con cada intento de avanzar.
Los seres humanos somos un buen ejemplo. Los bebés primero aprenden a gatear y, después, cuando su cuerpo y su coordinación están más desarrollados, logran caminar erguidos en dos pies.
Los humanos somos bípedos, lo que significa que usamos dos piernas para movernos. Cuando caminamos siempre tenemos un pie en el suelo, pero cuando corremos hay un momento breve en que los dos pies se elevan. Cuanto más rápido vamos, más nos ayuda el impulso a mantenernos derechos.
El salto
El salto es distinto de correr porque el animal permanece más tiempo en el aire y despega con un ángulo más alto. Muchos lo usan para huir de depredadores o para atrapar alimento. Sin embargo, solo algunas especies tienen al salto como su forma principal de locomoción, como los canguros, los conejos o las liebres. Entre los vertebrados, las ranas son las campeonas del salto si pensamos en su tamaño.
Reptar
Algunos
animales no tienen patas y se mueven de otra manera. Las lombrices de tierra,
comunes en nuestros suelos, se desplazan con movimientos ondulantes,
contrayendo y estirando el cuerpo. Las serpientes son otro gran ejemplo de este
movimiento. Otros, como las sanguijuelas o ciertas orugas, avanzan con
“estirones”. Estiran la parte delantera del cuerpo, la fijan al suelo y después
arrastran la parte trasera. Las sanguijuelas lo logran gracias a ventosas en
uno o dos extremos de su cuerpo.
Caminar y correr con patas
El
número de patas varía mucho entre especies y esto determina diferentes estilos
de movimiento.
● Dos patas (bípedos): los animales que se
mueven en dos piernas o patas. Los humanos somos un ejemplo, pero también lo
son muchas aves, como el ñandú, las gallinas o las palomas.
● Cuatro patas: es el caso más común en
mamíferos como perros, gatos o zorros. Estos animales son llamados cuadrúpedos.
Algunas aves, como el hoazín recién nacido, tienen garras en las alas que les
sirven para trepar hasta que aprenden a volar.
● Seis patas: es típico de los insectos, como
las hormigas o los escarabajos.
● Ocho patas: los arácnidos, como arañas y
escorpiones. Curiosamente, muchas arañas no mueven las patas solo con músculos,
sino también con presión de la sangre. Los escorpiones, en cambio, caminan con
un patrón alternado muy característico.
● Muchísimas patas: los ciempiés y milpiés se
mueven con ondas coordinadas de todas sus patas.
Como
hemos visto, en cada rincón del planeta, los animales han desarrollado formas
únicas de moverse: nadando como los peces en nuestros ríos, volando como las
golondrinas que cruzan los cielos, saltando como las ranas de los charcos o
corriendo como los ñandúes en la pradera. Cada estilo de locomoción es una
estrategia que garantiza alimento, refugio o la posibilidad de escapar de un
depredador.
La locomoción no es solo “desplazarse”: es la clave de la supervivencia, la base de la adaptación y una muestra increíble de la creatividad de la naturaleza. Y al observarla, también entendemos un poco más de nosotros mismos, porque en nuestra historia como especie el movimiento nos permitió explorar, crecer y evolucionar y en este post nos animamos a afirmar que también nos hace disfrutar, aunque no es un aspecto que la investigación científica mencione.
Por eso, más allá de las formas --ya sea en el agua, en la tierra, bajo el suelo o en el aire--, siempre recordemos que, como dijo Julio Verne, el movimiento es la vida.
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