Pequeños y peludos, curiosos e inteligentes, muchas personas sienten naturalmente simpatía por los conejos.
Los conejos son animales mamíferos. No son autóctonos sino que fueron introducidos por los europeos, adaptándose a la vida en nuestro territorio. Actualmente se los cría como domésticos en granjas y chacras, o en criaderos de conejos. Se los tiene para la alimentación del grupo familiar o como mascotas.
Son animales asustadizos que –en estado de
libertad- se refugian en grupos numerosos en madrigueras que cavan en el suelo,
permaneciendo seguros y protegidos.
El olfato es el sentido más desarrollado de los
conejos, incluso más importante que la vista.
Se alimentan de vegetales,
verduras, frutas y si están en cautiverio
de ración elaborada a base de hojas y granos
Habitualmente son silenciosos pero
ocasionalmente pueden chillar, si están asustados o heridos. En cambio si están
enojados, suelen patear el suelo con sus patas traseras.
Poseen una gran capacidad reproductora. El período
de gestación de las hembras dura 32 días y las camadas oscilan entre 4 y 12
individuos. Las madres pueden tener varias camadas al año y en los criaderos,
una hembra puede parir entre 30 y 50 conejitos anualmente.
Al igual que las crías recién nacidas de gatos o
perros, los conejos recién nacidos mantienen los ojos cerrados por varios días.
Como nacen desprovistos de pelo, la madre construye un nido con el pelo que
saca de su propio cuerpo. Los conejos recién nacidos se llaman gazapos. La madre
los visita para cuidarlos y darles de mamar unos pocos minutos diarios.
A las 2 semanas de vida salen del nido, el pelo les ha crecido y ya tienen los ojos abiertos. A las 4 semanas la hembra los desteta y los gazapos se alimentan por su cuenta.
La producción de conejos con fines comerciales
se llama cunicultura y se realiza para obtener carne (razas cárnicas) o pieles
(razas peleteras) o para la venta como animales de compañía.
Dato curioso: En algunas islas de nuestro país
(Isla de Flores, de Lobos, alguna pequeña isla de la costa de Colonia o del río
Uruguay) viven conejos silvestres. Esto sucede porque en siglos pasados, los navegantes
europeos soltaban conejos en las islas para conseguir alimento fácil si tenían que volver a desembarcar en ellas. Las parejas de conejos que dejaron aquellos marinos se han reproducido y viven allí, completamente
adaptados.
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