En Uruguay abundan los animales vertebrados e invertebrados. Unos tienen hábitos diurnos y otros son crepusculares y nocturnos. En un paseo silencioso por los parques, el campo, las costas, las praderas, o los montecitos, se pueden encontrar infinidad de rastros de vida animal silvestre. Quizá no sea fácil observar mamíferos y reptiles en libertad porque se esconden al percibir la presencia humana.
Las aves acuáticas, habitantes de lagunas, arroyos, ríos, bañados y la costa oceánica, se ven comúnmente en sus hábitats naturales en primavera y verano, hasta el otoño. Ejemplos: gaviotas, gaviotines, rascadores, ostreros, macás, biguás, garzas, cuervillos, chajás, cigüeña, coscoroba, cisne de cuello negro, patos, gallinetas, pollas de agua y varias más.
Si aprendes a conocer a las aves de los parques y jardines, los pastizales, los pajonales y montes, puedes “descubrirlas” sin verlas. Ellas silban, o trinan, pían, o gorjean, cantan o hacen sonidos entrecortados y repetidos, que le son propios a cada especie.
También se las reconoce por sus nidos, por los materiales de construcción, por los lugares que eligen como morada y por sus excrementos. Ejemplos: picaflores, hornero, gorrión, chingolo, calandria, benteveo, zorzal, carpinteros, trepadores, tiotío, crestudo, espinero, churrinche, piojito, cardenal, naranjero, garibaldino. Palomas, torcaza y torcacita, cotorra, pirincho. Martineta, perdiz, ñandú
Señales que sirven para verificar la presencia invisible de animales: a) sonidos, b) arañazos y picaduras en tallos y troncos, c) madrigueras cavadas en el suelo o túneles en pajonales, juncales y cañaverales, troncos agujereados, refugios dentro del monte, d) restos de alimentos como cráneos, esqueletos, partes de plantas devoradas, egagrópilas, e) vegetales y animales que muestran ataques de sus consumidores, f) huellas de desplazamientos o de animales echados o refugiados, ramitas quebradas, zonas parcialmente excarvadas, g) construcciones de diversos materiales a nivel del suelo o en superficies altas, copas de árboles, etc.
Mamíferos que pueden dejar rastros en distintos ecosistemas, aunque no los veamos: comadreja, marmosa, mulita, zorros, aguaráguazú, zorrillo, hurón, gatos del pajonal y montés, manopelada, lobito de río, coatí, apereá, nutria, tucu tucu, coendú, guazubirá, venado.
Los amantes de la naturaleza, los zoológos y otros profesionales y avistadores de nuestra fauna, salen en busca de los sonidos, los excrementos, las huellas, plumas, caparazones, los rastros de diversa índole que demuestran la presencia de los animales silvestres en el área. Llevan guías de trabajo de campo y equipo adecuado para dejar registro de lo avistado.
Algunos naturalistas buscan anfibios y reptiles, rastreando señales de su presencia. Anfibios y reptiles como: ranas, sapos, tortugas, yacaré, lagartijas, gekos, lagartos, culebras, víboras. Luego, esos estudiosos de la naturaleza, divulgan su conocimiento científico para que las personas podamos conocer a nuestra fauna nativa.
Así como al encontrar un caparazón de almeja, caracol marino, mejillón, berberecho, puedes imaginar la vida de esos organismos en el mar, otros restos y rastros, son indicadores similares de presencias en diversos ecosistemas: plumas, pelos, espigas con granos comidos, huevos rotos debajo de los arbustos, agallas en hojas, tallos y frutos, deyecciones de pequeños mamíferos, telas de araña, mudas de reptiles y de insectos, maderas perforadas o ahuecadas, patas impresas en el lodo o en la costa arenosa, rastros de baba brillante, construcciones como panales y camoatís, etc. Esas señales remiten a la vida animal en el entorno.
Para VER hay que saber OBSERVAR, implicando todos los sentidos.
Los pequeños invertebrados marcan una presencia enorme en cuanto a cantidad y también en discretas huellas en nuestro territorio. Artrópodos terrestres, como arañas e insectos que aparentemente desaparecen en el invierno, dejan cantidades de “avisos” que se pueden decodificar, como si fuera un lenguaje.
Escorpiones, arañas, ciempiés, cucarachas, mamboretás, termitas, langostas, grillos, tijeretas, chinches, cigarras, escarabajos y cascarudos, gorgojos, taladros, bichos de luz, moscas, mosquitos, tábanos, jejenes, polillas, mariposas, avispas, abejas, hormigas y muchos más.
Hojas, pimpollos florales y frutos comidos parcialmente, huevos sobre las hojas y los tallos, capullos, pupas, restos de las mudas de metamorfosis, sutiles huellas de desplazamientos, caparazones o restos del exoesqueleto.
Usando los sentidos, agregando una lupa de mano, y un cuaderno de notas, es posible imaginar el mundo fantástico y sorprendente de la fauna autóctona -incluyendo pequeños y medianos animales- por sus rastros.
Nota: en este post y otros anteriores, se publicaron fotos que pertenecen al registro de la Chacra Santa Lucía, aunque no todas corresponden al predio. Fueron tomadas en diferentes ecosistemas terrestres y acuáticos y cedidas gentilmente por sus autores.
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